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  • Foto del escritorSilvia Pérez

Lo esencial es invisible a los ojos

Lo tenía clarísimo, daría de mamar a mi hijo. Antes de ser madre ya lo veia como algo maravilloso, extraordinario y tenía que vivirlo.


Llegó el día, di a luz a un bebé precioso, y tras varias horas intentando que se enganchara decidieron ayudarnos con una pezonera. Pero claro, aún no me había dado la subida de leche, por tanto costaba más sacar el calostro, del pecho a la pezonera y de la pezonera a bebé precioso. Bebé precioso se esforzaba, succionaba y se cansaba antes de haber comido lo suficiente. Entonces se frustraba, lloraba, se dormía, me frustraba yo y así entrábamos en bucle...

Al día siguiente, bebé precioso estuvo más en brazos agenos que en los míos. No aumentaba de peso, lo contrario. Y decidimos el papá y yo restringir visitas. Necesitaba sacarme el calostro y mi pareja pescar las gotas que me ordeñaba con una jeringuilla, y para eso necesitabamos estar los tres solos. Y a la vez cuando bebé precioso mamaba, el papá le iba dando con el relactador muy poco a poco para que fuera succionando y favoreciendo mi subida de la leche.


Y así pasamos 4 días más en el hospital, sin visitas, con bebé precioso en el pecho hora sí y hora también, dia y noche. Con un sacaleches en el pecho cada 3horas. Y con el apoyo de mi amiga y matrona que me empoderó de tal manera desde los inicios me hizo sentir que el no poder con ello no estaba dentro de mis planes. Gracias Marina ❤️


Cada día venían a pesar al precioso, y había días que dos veces. Y nada, no aumentaba de peso. Gramo a gramo iba perdiendo, y eso me dolía en el alma. Hacíamos todo lo que nos decían, no podía entenderlo.


Recuerdo a las enfermeras entrando a la habitación cada 3/4 horas para traer el biberón de leche que habían decidido darle a bebé precioso y que yo no le di. Porque me sacaba más leche de la que traían. Así que se la dábamos con el relactador. El problema no lo tenía yo, el problema no era mi leche.


El problema fue, que bebé precioso y yo nos acabábamos de conocer. No sabía darle de mamar a mi hijo, por mucho que había leído y me había informado. Necesitabamos intimidad, tranquilidad, paciencia, mucha paciencia e información. Saber que era normal lo que nos estaba ocurriendo y que todo pasaría.


Y llegó el día, sábado, 5º día de hospital, entra una nueva enfermera con la báscula. Quitamos body, pañal y... Bebé precioso había aumentado!!!! Que maravilla! Recuerdo esa sensación, lloré de alegría, lo cogí, le di las gracias! "Gracias mi amor, sabía que podíamos, sabía que lo conseguirías!". Le dije, y entre sonrisas y lágrimas lo envolví a besos. Durante aquella mañana por fin le dieron el alta y nos fuimos a casa.


Y pasó, me dió la subida de leche. Más de la que bebé precioso se mamaba, por lo que se me fueron inchando los pechos, dolor, rojeces, lloros. No querer llorar delante de gente para no tener que escuchar "pues dale biberón, si se crían igual. Es una tontería estar padeciendo habiendo otras soluciones". Y acudí a la Asociación Mesquellet, y tan estupendas como son me lo solucionaron en un plis plas. A los dos días como nueva. Dando de mamar con la pezonera, eso sí.


Para mi sorpresa, a los tres meses y medio, una noche mientras daba de mamar sentada en la cama se despegó la pezonera de mi pezón, se enganchó a mi pecho y ya nunca más hasta el día de hoy (casi 16 meses después).


Por un viaje que tuve que hacer estuvimos 28 horas separados, me llevé el saca leches detrás, aún así se me incharon muchísimo los pechos, me salieron bultos, no podía ni rozarme el sujetador. No daba a basto a sacarme leche. Hasta que llegué a casa, bebé precioso se enganchó a mis pechos y por arte de magia volvió a la normalidad.


Y aquí seguimos mamando cada vez que lo necesita, día y noche. Gozando de buena salud y de momentos maravillosos. Feliz, disfrutando de una experiencia única que pasará y cuando pase quedará todo lo esencial, en mi cuerpo y en su cuerpo que durante 9 meses fueron uno.


Un abrazo, de corazón a corazón.


Silvia

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